Cuando llegué no conocía a nadie, pero al final jugué con un niño llamado David. Poco a poco conocí a mucha gente del campamento.
Nos hacían fregar los platos y lo peor !nos hacían coger un guante y un trapo para desatascar el váter!
En las excursiones es donde me cansaba más recorríamos más de 20 Km.
Allí he aprendido a valorar la amistad y el respeto. Por eso, al año que viene volveré a vivir otras fantásticas y nuevas experiencias.
Saúl
No hay comentarios:
Publicar un comentario